miércoles, 12 de septiembre de 2007

Entre compañeros: Jorge Carlos Pèrez



Por Aldemaro Barrios Romero
Estamos en el piso 9 del MinCI, un mesonero raudo veloz pasa por el pasillo central llevando café y agua, es Jorge Carlos Pérez que vestido impecablemente de corbata y chaleco, flanquea su rápida ruta con la estela de una sonrisa amistosa y los buenos días, entonces sigue su camino y al terminar su última entrega de servicio por el día, a las 3 de la tarde, regresa con nosotros para que lo conozcamos.
“Yo soy mesonero, ése es mi oficio, en eso he trabajado siempre, me gusta lo que hago para ganarme el pan de cada día.”
La rutina y la velocidad de lo cotidiano nos da una imagen escasa de un hombre que con esfuerzo y dedicación ha retomado el hábito del estudio y el dominio de su tiempo porque según él “a los cuarenta años no se puede perder tiempo, y hay que aprender a administrarlo.”
Su familia viene de Santa Bárbara del Zulia, su madre vive en La Vega, en Caracas, y del Zulia quedaron sólo recuerdos y una tía en Cabimas, “toda mi familia está aquí en Caracas, yo nací en la vieja Maternidad Concepción Palacios en San Juan Caracas”.
Como si fuera hombre de farándula, Jorge tiene un nombre artístico, George, “hace tiempo cuando trabajaba en el restaurant Guillermo Tell en el CCCT, alguien una vez me dijo “George”, a mi me gustó el seudónimo y se acostumbraron llamarme “George de la Selva”, y “George” me quede. Algunos me llaman así en el MinCI, pero soy Jorge Carlos Pérez. “
Trabaja en el MinCI, desde el 16 de marzo de 2004 como mesonero, “entonces éramos pocos los que aquí trabajábamos, para ese momento lanzaron la Misión Robinson, entonces me dije, seguro que esta gente tendrá que estudiar bachillerato, y fue cuando vino la Misión Rivas, ésa fue mi gran oportunidad” dice mirando al cielo en agradecimiento a la Trinidad. “Yo tenía segundo año de bachillerato, tú sabes estudiando por oportunidad de noche, libre escolaridad, pero al final el trabajo no me dejó seguir y tuve que parar los estudios.”
La necesidad de trabajar en horas nocturnas le hizo ser inconstante en sus esfuerzos por estudiar. “Tenía que trabajar para ayudar a mi familia y para costear mis gastos”.
Se inscribió en la Misión Rivas para concluir sus estudios secundarios, “cuando hicieron el primer llamado fui a la Campiña donde funcionaba una oficina de la Misión y comencé, pero nuevamente debía atender el trabajo porque como dije éramos pocos y había mucho trabajo aquí, entonces perdía horas de clases y tuve que parar los estudios”

Sin embargo, Jorge Carlos toma aliento, y recuerda la solicitud hecha a las autoridades del MinCI para cumplir un horario matutino, y poder alcanzar su objetivo.
“Empecé a ser un vencedor de la Misión Rivas, logré que me dejaran en el horario de la mañana para asistir en la tarde y noche a la Escuela Experimental Venezuela donde funcionó el módulo de la Misión Rivas”.
Fueron tiempos de recuperación y de formación básica para Jorge, que se vieron recompensados en el tiempo “cuando me gradué de Bachiller, fue muy emocionante, un éxito, me sentí vencedor, y allí estaba yo en el Teatro Teresa Carreño con el Presidente Chávez. Luego el acto en los Próceres, ya era un bachiller, allí nos entregaron los títulos, era octubre 2006, ya era un bachiller de la República Bolivariana de Venezuela”.
“Mi mamá se contentó mucho, a pesar de que ella es poco expresiva pero me di cuenta por sus gestos que se sentía orgullosa y contentísima de que fuera bachiller y ahora que estoy en la universidad más contenta se puso”
“Me inscribí a través de la página de Misión Sucre, y luego fui al Liceo Eduardo Crema en El Paraíso, tomaron mis datos, y entregué los documentos, solicité cursar estudios jurídicos porque era la opción que más se acercaba a mis deseos de estudios políticos, que era lo que yo realmente quería estudiar, pero estos estudios me acercan a ese propósito”.

“Estoy horita en el trayecto inicial, es un repaso y una preparación para entrar en materia universitaria, voy con calma, sin prisa, estudiando todas las noches y fines de semana”
Jorge Carlos es soltero, “No tengo otro compromiso de amor, soy soltero, tengo una novia, pero hasta ahí es personal, sin escándalo y además ella también estudia”, dice amablemente para no entrar en territorio privado.

¿Cuáles son las expectativas para alguien que como a Jorge Carlos el proceso bolivariano le dio la oportunidad de hacerse profesional en un futuro cercano?.
“Me gustaría ser un abogado responsable socialmente, y en ese estudio no me pongo límite, puedo seguir con un doctorado o cualquier post grado”. “Creo que lo importante es llegar a ser una abogado socialista, no todo es el dinero, hace falta pero no lo es todo, hay mucho abogado pesetero por ahí, y eso no lo quiero yo. Creo mucho en la justicia y uno de mis deseos es eso: luchar por la justicia, hace mucha falta, hace falta ese abogado ético que el país nuevo requiere. Eso es parte del proyecto por el cual nos estamos esforzando, es el proceso de cambio”.
¿Sientes que tu vida ha cambiado?
“He madurado, he crecido, cuando uno estudia vive una experiencia, desarrolla y adquiere conocimientos, uno cambia y crece, he aprendido mucho, he compartido con muchas personas, muchos de mis compañeros de estudio son profesionales, y eso me ha ayudado a desarrollarme. Muchos de los que conmigo estudian son profesores, especialistas, y siguen estudiando, esos son mis compañeros de estudio y significan el verdadero crecimiento, es el aprendizaje de vida, con ellos he aprendido mucho y sigo aprendiendo cada día que pasa”.

Jorge, en pocos minutos, nos entrega emocionado su trascendencia vital y sigue conversando de sus logros como ser humano. “Yo siempre quise estudiar, comencé a estudiar inglés, pero era muy costoso, había el problema de dinero, intente aprender francés e hice algunos esfuerzos por comunicarme en lengua gala, aprendí alguito, como para defenderme”

¿Por qué idiomas?
“Pues por mi trabajo de mesonero, tenía muchas veces que relacionarme con gente que hablaba otro idioma, y aprenderlos me ayudaba a comunicarme mejor con los clientes extranjeros, muchas veces mis compañeros de trabajo me llamaban para que les sirviera de interprete, es una ventaja hablar otro idioma.”

Jorge se apresura a ver el reloj, sabe que desde las 6 hasta las 9 de la noche estará en clases y debe ser puntual, termina diciéndonos:
“Lo poco que he crecido y cambiado yo, a pesar que estoy empezando, se lo debo a mis compañeros de trabajo y de estudio, eso se llama solidaridad, pero también porque he administrado mi tiempo, no lo he perdido, yo le recomendaría a los jóvenes que administren y organicen su tiempo, “querer es poder” y que no se sientan conformes de haber aprendido un oficio, siempre hay algo nuevo por aprender y por perfeccionar. A medida que crezcamos así crece nuestro país.”
No se despide sin ofrecer un agradecimiento:“Para mi Presidente Chávez, muchas gracias, que continúe y que no desfallezca nunca, nunca, porque él es la columna vertebral de Venezuela, y que cuente conmigo donde sea y cuando sea, me voy a clases, discúlpeme, muchas gracias y hasta luego…”
Se despide afablemente luego de tomarse un café que le hemos servido en gratitud a su tiempo y a su atención.

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